Entre las consecuencias más trascendentes de la Revolución científica, encontramos la Revolución industrial. La vinculación, apoyada por Galileo, entre ciencia y tecnología, produjo un cambio radical en las formas de producción y en las clases sociales.
La
expresión Revolución Industrial, admite
dos acepciones:En sentido estricto, se
refiere a la rápida serie de cambios ocurridos entre 1776 y 1870 en muchos
sectores de la economía inglesa, cambios asociados con la introducción en
diversas ramas de la industria manufacturera de máquinas nuevas y procesos
nuevos.
- En términos económicos se habla de fuertes inversiones de capital en factorías y fundiciones, lo que repercutió en un gran incremento en la productividad y en la producción, con la consiguiente caída de precios de los productos afectados.
- En términos sociales, la revolución industrial se tradujo en un amplio repertorio de transformaciones sociales, demográficas e intelectuales, en relación dialéctica con las innovaciones económicas y técnicas.
En un sentido más amplio se emplea la expresión «revolución industrial» para designar
fases similares, pero no idénticas, del desarrollo económico de otros países que
no necesariamente experimentaron la revolución industrial en sentido estricto,
aunque sí un fuerte proceso de remodelación de sus industrias, como fue el caso
de Francia.
La transformación industrial
ha sido diversa y complejamente caracterizada. Sus ingredientes socioeconómicos fueron:
1. la utilización de fuerza no
humana y no animal;
2. el ensamblaje de una
herramienta en un mecanismo;
3. la concentración de los trabajadores
en un solo lugar de trabajo -la fábrica-;
4. el carácter colectivo de la
producción fabril como actividad de un equipo en parte mecánico y en parte humano;
5. el incremento de la división
del trabajo;
6. la creciente adecuación de las actividades del producto humano
al ritmo y a los movimientos del proceso mecánico;
7. la «igualación del trabajo»,
que hizo innecesarias las aptitudes especiales del obrero cualificado y redujo
la tarea de los trabajadores a un ejercicio de vigilancia y habilidad;
8. la aparición de un nuevo
tipo de capitalista, el capitán de
industria, que
organiza y planifica las operaciones de la unidad de producción y pone en vigor
una disciplina autoritaria;
9. la tendencia acumulativa de
la revolución técnica hacia una creciente productividad del trabajo;
10.
la formación de un fondo cada vez mayor de plusvalía
del que podía extraerse una acumulación del capital siempre renovada;
11. la tendencia a una creciente
concentración de la producción y de la propiedad del capital, etc.
A pesar de la complejidad de
rasgos y características, muestra cinco tendencias netas:
1. La organización del trabajo
en torno al provecho (lucro).
2. La concentración de la
fuerza de trabajo en la fábrica.
3.
Los esfuerzos para el control, la coordinación
y la disciplina de los trabajadores.
4. La elaboración de un nuevo techo normativo como medio
superior de control y motivación de
los trabajadores y empresarios.
5. El conflicto industrial en sus diversas formas.
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