El historiador Jean Thoraval define así el siglo XIX francés: «Extraño y confuso siglo, en que el pasado se enfrenta con el futuro, la cultura tradicional con los nuevos gustos, las antiguas clases sociales con las masas obreras en formación, siglo fecundo en promesas y rico en recuerdos».Si la Europa del Renacimiento dio origen a un interés por la historia, la Europa industrial ofreció las condiciones para que apareciera la sociología (Ciencias sociales). Podría decirse que la Revolución francesa de 1789 fue el catalizador entre estas dos series de acontecimientos enormemente complejos. Según la estimación común, Gran Bretaña fue el primer país que adquirió cierto nivel de gobierno democrático; a pesar de que esto no se obtuvo sin revolución política, el proceso de cambio social y económico que transformó la sociedad británica desde el siglo XVII en adelante tuvo un carácter relativamente gradual. La Revolución francesa, por el contrario, contrapuso dramáticamente el orden aristocrático y privilegiado del ancien régime con la visión de una nueva sociedad que cumpliría los principios generales de justicia y libertad. La Declaración de los Derechos humanos que se aprobó en 1789 proponía que «la ignorancia, olvido o desprecio de los derechos humanos es la única causa de las desdichas públicas». De modo que la Revolución francesa extendió por fin, o así lo parecía, el racionalismo secular de los siglos XVI y XVII al ámbito de la misma sociedad humana. Pero los cambios políticos que inició la Revolución de 1789 expresaban e indicaban que tenía lugar una reorganización mucho más profunda de la sociedad, y en ello Gran Bretaña tuvo también el papel principal. La transición de la producción agraria y artesana a una economía industrial basada en la máquina y la fábrica empezó en Inglaterra a fines del siglo XVIII. Los amplios efectos de estos cambios se sintieron en el siglo XIX en Gran Bretaña y en los demás países de Europa occidental.
Se ha dicho a menudo que la coincidencia del clima político de la Revolución francesa y de los cambios económicos forjados por la Revolución industrial, ofreció el contexto a partir del cual surgió la sociología (Ciencias sociales). Sin embargo, no hemos de olvidar cuán divergentes fueron las experiencias de los varios países de Europa occidental desde fines del siglo XVIII en adelante, porque precisamente dentro del marco de estas diferencias se crearon las principales tradiciones de pensamiento social en el siglo XIX. Hoy día los sociólogos hablan de modo impreciso de la aparición de la «sociedad industrial» en la Europa del siglo XIX, olvidando la complejidad que entraña todo este proceso.
En efecto, desde Waterloo y la segunda abdicación de Napoleón, en 1815, hasta fin de siglo se suceden en Francia cinco regímenes políticos: la Restauración, la Monarquía de Julio, la Segunda República, el Segundo Imperio y la Tercera República, con alternancia de gobiernos autoritarios y liberales, de revoluciones y contrarrevoluciones, de divisiones internas y de sueños demasiado ambiciosos.
El siglo XIX es para los franceses, un siglo de tensiones y enfrentamientos entre conservadores y liberales, burguesía y proletariado, idealismo y positivismo. Una nueva clase social, la burguesía, irrumpe con fuerza desde 1830, ocupando los puestos antes reservados a la aristocracia. El desarrollo industrial hace surgir un proletariado que, poco a poco, a fuerza de huelgas y protestas, va ganando fuerza social y mejoras en sus condiciones laborales.
Los cambios económicos, sociales y políticos que vive la Europa del siglo XIX son transformaciones sociales que conforman un cambio de época. Cambios que preocuparon a los estudiosos que buscaban de entender la dinámica de los mismos. En este esfuerzo surgen las Ciencias Sociales al intentar aplicar el método científica a esta nuevas realidades.
Ve y comenta:
- http://youtu.be/K61qczNcFr0
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